No hay boda sin marisco.

Si os digo que a las bodas se va a comer no os descubro ningún secreto. Podemos elegir el mejor sitio, el mejor dj, la mejor de los fotógrafos, el vestidazo estrella de ese año del diseñador de moda, comprar esos zapatos por los que matarías durante años y hacerte con las joyas de la corona… Podrás hacer todo eso y más pero como no lo acompañes de un buen menú no tienes nada. Y es que, queramos o no, hay que reconocer que se nos gana por el estómago y los años pasan, y siempre oyes a alguien decir en alguna conversación de una sobremesa de fin de semana aquello de «qué bien comimos en la boda de fulano y mengano…» (y lo que me gusta a mí nombrar a fulano y mengano…!)

En Asturias, imagino que en otros sitios también pero prefiero hablar sobre terreno conocido, hace años y durante años no había una boda sin marisco. Podía gustarte más o menos pero tenías que ponerlo. Y es que era anunciar una boda y la gente ya se estaba frotando las manos pensando en el marisco.

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Y hasta a mí, que soy fan incondicional del marisco (entre otras muchas cosas), terminó cansándome esa moda de saber el entrante de la boda. No sólo tenías que poner marisco, sino que tenía que estar entero. Nada de ensaladas, salpicones y similares. No, eso no, que en esos platos ponen poco marisco y mucho de los otros ingredientes así que, plato con centollo, bugre (bogavante), langostinos y algo más que pilles…Todo entero. Ya se sabe, caballo grande ande o no ande.

Y oímos la palabra marisco y como borreguinos, ahí que nos vamos a comernos un bogavante que viene de la China lo más cerca y que no tiene sabor antes que comernos un entrante mucho más exquisito. Y todo por poder decir que en la boda había marisco. Y a la gente las cosas se nos va de las manos, se nos va tanto que llegué a ir a una boda dónde la novia era alérgica al marisco y era ella la que en su propia boda se pedía otro plato diferente al menú. ¿Perdona?

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Antes incluso de empezar a organizar nuestra boda y de empezar a acudir a bodas de amigos (que son las que molan, admitámoslo), un día viendo un programa de televisión escuché la siguiente frase: «ya no se pone marisco en las bodas, eso es de bodas pobres» Y una que de pobre tiene mucho, decidió que esa sería su argumentación. En mi boda no habría marisco porque era de pobres. Y nosotros de casa grande, aunque sea mentira.

Y la vida da vueltas. Da tantas vueltas que una termina con un chico alérgico al marisco y cuando empiezan a hablar de boda queda claro que el novio, no va a comer un plato diferente en su boda. ¡Lo que faltaba! Y anunciamos boda y a la vez anunciamos la ausencia del marisco. Hay gente que lo entiende, gente que dice que el novio se pida un platito de jamón ibérico y gente que se atreven a decir ya que a ver que entrante ponemos. Y una se siente hasta mal ante la ausencia de marisco. Hasta que se le pasa la tontería y entiende eso de «que el entrante no sea marisco no significa que sea malo».

Y se prueba el menú. Y se descubre el plato estrella del restaurante. Y no es marisco. Y no es muy de bodas. Pero aquello está de chuparse los dedos y hay unanimidad. Y el día de la boda vas con miedo, convencida de la elección pero con miedo al riesgo. Y el riesgo y el miedo se esfuman cuando ves a tus invitados repetir una y otra vez, cuando los días posteriores te llegan mensajes felicitándote por la elección, cuando lees estados de FB al día siguiente de la boda entre los que pone «que después de una boda tenga resaca es normal pero que tenga este antojo del entrante no tanto», cuando meses después la gente sigue sonriendo al recordar el entrante…Y es que al final, ni plato principal, ni segundo, ni postre, lo que triunfó en mi boda fue el entrante.

Y no puedes evitar reírte y descojonarte literalmente cuando en tu boda se acercan tus amigas y te sueltan un: «gracias por no poner marisco, siempre terminamos con lamparones en las bodas». Y te ríes porque en ese momento te visualizas en las bodas a las que has ido, sentada en la mesa en la cual no conoces a todo el mundo,  pinzas en mano para partirlo, en la otra mano esos cubiertos para marisco imposibles de utilizar correctamente, la servilleta llena de manchas… Te ves chuperreteando patas, salpicándote al abrir el marisco o si tienes suerte y lo abres de manera limpia casi seguro que te salpique el de al lado. Y tienes lamparones. Y si es la primera vez que te pasa probablemente se te ocurre pedir una toallita quitamanchas. Y sino te avisan descubrirás, entonces, que muchas de las telas de los vestidos de fiesta de las mujeres, esas toallitas en vez de mejorar la situación la empeoran. Momento ahora de hacer una mención especial a aquella camarera de aquella boda que nos advirtió antes de cometiéramos el desaguisado.

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Tampoco puedes evitar mirar de manera cómplice a tu amiga en su boda cuando descubres que el entrante de su boda es marisco pero está todo limpio y pelado. Y la miras y sonríes. Y ella también. Ok. Así así, marisco preparado para coger y comer. Lo de chuperretear dedos y salpicarse mejor para casa, que hay más confianza.

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Al final,sí hay bodas sin marisco dónde la gente no se acuerda de él. Sí, hay bodas con marisco porque a los novios les gusta pero recordar que si el marisco está pelado habrá algún grupo de tus invitados/as que te lo agradecerá enormemente. ¿Está el éxito de un menú de boda en el marisco? No. El éxito está, como en todo, en el amor que le pongas al menú que elijas.

Y en lo que te lo curres, por supuesto, que no hay que olvidar que uno está de boda y que, marisco o no, se nos sigue ganando por el estómago.

5 comentarios en “No hay boda sin marisco.

  1. A mi no me gusta el marisco, y a mi marido tampoco, así que en nuestra boda tampoco hubo marisco. Si te digo la verdad, yo el típico plato de marisco con el bogavante plantado en medio le veo un punto cutre. Como muy boda ochentis! Pero lo digo bajito por lo que tu dices, una boda sin marisco parece que no es boda.
    Eso sí, yo si voy a una boda y hay marisco, siempre lo cambio por otra cosa por que no me gusta nada de nada.
    Un abrazo!

  2. Comparto contigo la opinión de que el plato de marisco con el bogavante en medio es un poco antiguo… Hemos avanzado tanto en este mundo bodil y sin embargo seguimos pensando que el marisco hace mejor un menú!
    Mi marido siempre lo cambia por un plato de embutidos y yo termino robándole parte del suyo!jajajajaja

  3. Bueno a nosotros nos encanta el marisco pero más de entrante. Lo que hicimos fue poner una carne de la sierra de Huelva de principal y unos arroces de alternativa, pero el marisco lo pedimos ya cocido y todo a una empresa de Huelva (la gamba del sur creo que se llamaba) y genial, gambas y langostinos, todos quedaron muy contentos. Lo del bogavante la verdad es que ha quedado un poco atrás jaja

  4. Perdona, por curiosidad… ¿Qué entrante fue el que pusiste en tu boda? Yo también soy alérgica al marisco y tengo claro que no lo pondré y estoy barajando alternativas de entrantes. Gracias

  5. Nosotros nos decantamos por un plato que nos sugirieron en el restaurante, Colmenillas con salsa de trufa, son un tipo de setas y aunque tanto por presentación como por sabor era arriesgado… Fue el plato estrella de la boda! Invitados que repitieron hasta tres veces, gente que aún pregunta por ellas….

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