Y entonces llegó un wasap…

Son las 10 de la noche y le he dicho a mi señor marido que yo hoy no veía una película que me apetecía sentarme y escribir un post.

Venía dispuesta a ello, música (muy) hortera en el Itunes, ventana abierta de par en par y pantalla en blanco. Móvil al lado porque me estoy wasapeando con varias personas y de repente llega el «wass» de la noche, del día, de la semana y, exagerando como otras veces, el del año….

–Oye, una cosa, a ti te apetece vestirte?

¿A mí? ¿Me lo estás preguntando a mi? ¿A Mí? ¿Cómo no me va a apetecer vestirme? Si moriría porque se pusieran de moda los vestidos de novia para ir a comprar el pan, si me encantaría llevármelo de cañas y de tapas… A mi que cualquier domingo me bajo a tomar el vermouth al bar de la esquina arrastrando el vestido blanco… ¿Que si me apetece? Vamos, perdona que tarde en contestarte pero es que he ido corriendo a sacar el vestido de su sitio. Y a decírselo a mi señor marido con una sonrisa enorme que acompaña a mis ojos de «mira que buena soy, mira cuánto te quiero y mira que planazo te traigo…» –¿Fotos? ¿Otra vez? Si se te ocurre algo chulo me visto de nuevo… aunque yo ya me casé una vez.

¡Vaya! La otra parte ya ha dejado claro que se ha casado… por aquello de si lo chulo que se me ocurre es montar un bodorrio en tres días.

Y los nervios ya estaban en el estómago, los mismos nervios de otras veces, esos nervios de detrás y delante de la cortina del probador, esos nervios en aquella suite, esos nervios del postboda, esos de antes de Novias con Morriña… Nervios, ese gusanillo que viene siempre a visitarme, siempre que el vestido blanco y yo nos reencontramos. Y de repente pienso en lo amortizado que está el vestido, ¿Quién me había engañado diciendo que era sólo para un día?

Así que, yo puedo prometer y prometo que venía a escribir un post pero comprenderéis que después de ese wasap mi sonrisa tonta y yo no hemos podido hacer otra cosa más que visualizar espacios, ideas, fotografías, momentos… Y he intentado escribir pero es que es imposible porque yo ya me siento dentro de mi falda, mi «yo físico» está sentada en esta habitación que estamos redecorando y que me resulta cada día más acogedora pero mi «yo espiritual» está ya corriendo por algún lugar en taconazos (sin caídas esta vez!) y sintiéndose novia una vez más.

Porque al final ser novia no es sólo una cuestión de tiempo sino también una cuestión de actitud. Y la actitud puede perdurar en el tiempo…aunque muchos opinen que esto también se te ha ido de las manos… pero tranquilos, dicen que algún día si llegan los hijos, la «actitud novia» deja paso a la madre y desaparece un poquito, así que aún hay esperanza….

Pues eso, que yo iba a escribir un post… y entonces llegó un wasap!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nota: Sí, a los mensajes del wasap también los llamo wasap.

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